Francisco de Quevedo y sus citas célebres

En Descubre Nombres ya te hemos hablado de un montón de personajes importantes, con numerosas frases que sin duda se han convertido en fuente de inspiración para el mundo entero. Hoy vamos a conocer a Francisco de Quevedo, uno de los escritores españoles más importantes de su país de origen y el más destacado de su generación. Hablaremos acerca de su vida en una pequeña biografía, para que sepas como surgió su amor por las letras y también te mostraremos sus citas más célebres, muchas de las cuales son de lo más hermosas y te pueden inspirar si como él, amas la escritura.

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Biografía de Francisco de Quevedo

Primeros años

Francisco de Quevedo nació el 17 de septiembre de 1580 en Madrid, siendo parte de una familia acomodad de la aristocracia. Sus padres furon Pedro Gómez de Quevedo, que siempre ocupaba puestos importantes en la corte y María de Santibañéz. No obstante el primero murió cuando Francisco contaba con seis años, así que quedó a cargo de su tío Agustín de Villanueva, del Consejo de Aragón.

Siempre mostró una inteligencia destacada desde niño, algo que lo llevó a estudiar en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús. En lo físico también se destacaba de una manera muy particular, pues tenía una deformación en las piernas que lo hacía cojear y también una sufría de una severa miopía, debido a la cual tenía que utilizar unas gafas muy gruesas.

En su juventud se matriculó en la Universidad de Alcalá pero más adelante, se desplazó hasta la Universidad de Valladolid para estudiar Teología, pues hasta ese lugar se había trasladado la Corte.

En 1606, ya habiendo acabado sus estudios superiores, viajó hasta Madrid para buscar el éxito por medio del duque de Osuna, miembro de la clase alta del que pronto se convirtió en su protegido.

Carrera literaria

Quevedo incursionó en la literatura con obras que usaban la sátira y que fueron publicadas en 1631, en un compilado que llevó el nombre de Juguetes de la niñez y travesuras del ingenio.

Por aquellos años también se volvió amigo de Félix Lope de Vega y Miguel de Cervantes, otros dos reconocidos escritores de la época, al lado de los cuales formó la Cofradía de Esclavos de Santísimo Sacramento. Sin embargo también tuvo sus enemistades con otras figuras literarias de su tiempo, como el dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón y el escritor Luis de Góngora. A este último le dedicó muchas sátiras terribles.

Cultivó sobretodo la poesía, de la cual se conservan casi mil escritos diferentes, aunque esto es solamente una aproximación, puesto que se sabe que no se molestaba en editar sus obras y que varias le eran dejadas a personas que eran allegadas a él. Es probable que existan muchas más de ellas, completamente inéditas.

En 1634 contrajó matrimonio con la viuda Esperanza de Mendoza, mujer que ya tenía hijos y con la cual, su unión duró tan solo tres meses.

Muerte

En 1643, Quevedo tenía una salud muy deteriorada, a causa del encierro al que había sometido desde que en 1639, fuera arrestado y encarcelado en Sa Marcos de León, prisión donde las precarias condiciones en las que vivía lo llevaron a enfermar rápidamente.

Cuando fue puesto en libertad estaba bastante envejecido y achacoso. Se retiró a La Torre y poco después se instaló en Villanueva de los Infantes, donde falleció el 8 de septiembre de 1645, en una habitación del Convento de los Dominicos. En el año 2009 sus restos fueron nuevamente identificados y trasladados hasta la cripta de Santo Tomás en la iglesia de San Andrés Apóstol, en donde descansan hasta el día de hoy.

Citas célebres de Francisco de Quevedo

  1. Por nuestra codicia lo mucho es poco; por nuestra necesidad lo poco es mucho.
  2. Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez.
  3. Las palabras son como monedas, que una vale por muchas como muchas no valen por una.
  4. El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego a la herida sin esperar a que le llamen.
  5. Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen.
  6. Ser tirano no es ser, sino dejar de ser, y hacer que dejen de ser todos.
  7. Lo mucho se vuelve poco con sólo desear otro poco más.
  8. Si haces bien para que te lo agradezcan, mercader eres, no bienhechor; codicioso, no caritativo.
  9. Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga.
  10. Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir.
  11. La justicia es una constante y perpetúa voluntad de dar a cada uno lo que le toca.
  12. El consejo, bueno es; pero creo que es de las medicinas que menos se gastan y se gustan.
  13. Todos deseamos llegar a viejos; y todos negamos que hemos llegado.
  14. Muchos son los buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a su conciencia.
  15. Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan.
  16. Bien puede haber puñalada sin lisonja, mas pocas veces hay lisonja sin puñalada.
  17. Quien deja vivo al ofendido, ha de temer siempre a la venganza.
  18. Más fácil es escribir contra la soberbia que vencerla.
  19. La posesión de la salud es como la de la hacienda, que se goza gastándola, y si no se gasta, no se goza.
  20. Ruin arquitecto es la soberbia; los cimientos pone en lo alto y las tejas en los cimientos.